“OTRA MIRADA ES POSIBLE”

“Si  un niño ha tenido sufrimiento a la hora de aprender algo nuevo, cuando necesite aprender, será incapaz de mantener la atención, de comprender y memorizar”.

Esta afirmación puede explicar lo difícil que resulta el aprendizaje de normas y límites, de hábitos saludables en una nueva casa al niño que ha sufrido abandono y maltrato. Necesita resetear su cerebro para darle sensaciones placenteras en el momento del aprendizaje.

A los padres acogedores necesitan paciencia para que las nuevas conexiones neuronales se den y el niño libere serotonina. Esta sustancia le hará sentir placer por lo que hace. Cuando  esto suceda se liberará oxitocina, sustancia que ayuda a la formación y fortalecimiento del vínculo de apego con los padres acogedores.

El niño necesita reinventarse así mismo, para dar otra imagen de la que en el momento del acogimiento posee y que por lo general no les gusta.

El niño vive bajo un “secuestro emocional” como lo define Mario Alonso Puig.. Reina el miedo y tiene a verse pequeñito para enfrentarse a ese gran reto de “convivir” con personas extrañas y con normas y límites desconocidas para él.

El niño, cuando toma conciencia de su realidad, y es capaz de visualizar su deseo de vivir de  otra manera que hasta ahora ha tenido, se le amplía la visión. De pronto, se  encuentra con perspectivas de futuro, se observa con más capacidad para hacer frente a las dificultades con las que puede encontrarse. Se hace grande frente a su realidad cotidiana.

Pero también se abren nuevas oportunidades de comunicación, de cariño, de superación personal. Es aquí donde la familia acogedora juega un importante papel.

Si el niño se siente querido, valorado y entendido, se encontrará en un ambiente favorecedor para adentrarse en sí mismo y buscar todas las capacidades, habilidades que posee. Con un mayor conocimiento de sí mismo, se sentirá  más grande. Si a esta sensación, le acompaña la presencia de unos padres acogedores que le ayuden a valorarse más, a descubrirse más, con total seguridad la convivencia en familia será más enriquecedora para todos.

El sentimiento de incapacidad paraliza al niño en el desarrollo de cualquier cambio. Es imprescindible eliminar el miedo, para motivar a la acción. “Haciendo”, es como se descubre una emoción diferente. En todo este proceso, el lenguaje juega un importante papel. Es decisivo cuidar el lenguaje con el que los padres se comunican con el niño. Con un lenguaje cerrado, lleno de órdenes o imposiciones de límites, el niño se encontrará en una jaula. Sin posibilidad de encontrar salida a sus pensamientos.

No  olvidemos que nuestro lenguaje está regido por lo que pensamos. Es por ello que sea tan importante cuidar qué decimos al niño. Pues detrás de ese lenguaje, se refleja lo que padre y madre piensan.

El lenguaje genera emociones. Si pretendemos crear un ambiente emocional cálido, el lenguaje de los padres debe ser también cálido con invitaciones y no con exigencias, con propuestas y no órdenes.

El niño o la niña irá creando su identidad a través de la valoración que vaya construyendo de las cosas que le suceden. Es por ello, importantísimo que el niño se encuentre con situaciones de éxito, de bienestar, donde se valore con resultados agradables, de poder. Sólo en ellas, se creará la motivación para su repetición. Y sólo en esta repetición se construirán los hábitos. Y sólo en estos hábitos se construirán las creencias potenciadoras (que las cosas pueden ser de diferente manera a como han sido antes de ser acogido). De este modo, no sólo aumentamos  su autoestima, sino que vamos transformando sus creencias limitantes hacia un mundo de posibilidades, donde se alcanza un nivel mayor de bienestar y felicidad.