¿Qué emociones sientes en tu día a día? ¿Les pones nombre?¿Sabes de dónde vienen? ¿Entiendes las respuestas que das cuando las sientes? ¿Te permites disfrutar de dicha emoción? ¿Qué hace que te muevas? ¿Dedicas tiempo a darte cuenta de tus propias emociones?
Todas las emociones se manifiestan como respuestas a necesidades que nuestro organismo siente ante lo que nos sucede. La emoción nos pone en movimiento. Pero nuestro estrés y las diversas preocupaciones que inundan nuestra mente, no nos dejan ser conscientes de ellas y llevamos a cabo conductas que no nos hubiera gustado tener. Como dice JON KABAT ZINN “Lo que vemos es una parcialidad de la realidad teñida de juicios”
Emocionarme por lo que sucede, es para mí darle valor suficiente como para PARAR UN MOMENTO Y SENTIR. Observar qué me sucede en el cuerpo, qué siento y dónde lo siento, qué pensamientos me surgen ante esa situación y una vez que soy consciente de todo ELIJO CÓMO DESEO GESTIONAR LA EMOCIÓN.
Este artículo es una gran invitación personal a sentir, a ser consciente de lo que sucede en el cuerpo, una invitación aceptar lo que se siente, lo que se piensa y lo que se hace, como un ser total y querido por uno mismo. Tal vez lo que hagamos podemos mejorarlo con el gesto sencillo de reconocerlo nuestro. El EMOCIONARTE TE HARÁ MÁS FELIZ. TE HARÁ CONOCERTE Y AUTOGESTIONARTE PARA ALCANZAR TU MEJOR VERSIÓN DE TI.
Acabo de finalizar una escuela de familias en un colegio público del barrio de El Ensanche de Vallecas en Madrid , en la que he estado acompañando a padres y madres de niños pequeños. En la elaboración de la escuela, el equipo organizador deseábamos que no fuera una escuela de familias tradicional, donde se trabajan temas de rabietas, límites y normas, etc.. Deseábamos emocionar a las familias.
La inteligencia emocional nos ha permitido explorar cómo somos cuando actuamos de padres o madres, conocernos mejor. Dar más importancia al ser que al tener en la familia. Observando nuestro pasado, podemos descubrir de dónde venimos y las “mánias” que cada uno tiene en la educación de nuestros hijos, que son fruto de creencias limitantes en nuestra manera de hacer. Cuando uno se ha criado con un estilo educativo, se CREE QUE ES EL ÚNICO. Tener la posibilidad de observar otros estilos, de compartir preocupaciones en situaciones familiares sin resolver y todo ello exponiendo qué emociones surgen en esos momentos, ayuda a ver la realidad desde otro punto de vista y a ir transformando las creencias que nos mueven a actuar tal cual lo hacemos. DEJARNOS FLUIR Y COLOCARNOS EN DIFERENTES SITUACIONES NOS AYUDA A ENTENDER AL OTRO.
Descubrimos que nuestras creencias educativas provocan que llevemos a cabo conductas que no deseamos y que nos sintamos culpables por ello.
Aprender a descubrir qué sentimos cuando suceden situaciones cotidianas en casa y darle nombre a esas emociones, nos ayuda a un conocimiento mayor de nosotros mismos.
¿QUÉ VALORES SON LOS QUE SALEN A LA SUPERFICIE CUANDO ESTAMOS CON NUESTROS HIJOS? Si nos preguntaran a cualquiera de nosotros y nosotras cuáles son los valores que perseguimos, o por cuáles apostamos en nuestra vida, seguramente coincidiríamos en muchos. Pero nuestra experiencia en esta escuela ha sido,( y os lo comparto para que sirva de reflexión )que cuando surgen dificultades en las rutinas cotidianas, NO TENEMOS PRESENTES Los VALORES POR LOS QUE APOSTAMOS, SINO AQUELLOS QUE VIENEN DE NUESTRO AGOBIO, ESTRÉS O EDUCACIÓN RECIBIDA. ¿Estáis de acuerdo? Por poneros un ejemplo consideramos valores importantes: la familia, el respeto, la ayuda… Pero ante la situación del baño diario en los niños, las familias comentaban que consideraban más importante la rapidez con que se hacía, evitar cualquier conflicto, la imposición de la rutina y dejaban de un lado la gran oportunidad de intimidad, comunicación, complicidad, respeto al ritmo de su hijo y la importancia de dar y recibir ayuda.
En la educación los adultos somos referentes de acción y de emoción para los más pequeños. Se fijan en la forma de manifestar nuestras emociones y cómo nos comportamos ante los acontecimientos cotidianos. Ser conscientes de este hecho nos sitúa en un rol con mucha responsabilidad, pero con mucha felicidad al mismo tiempo. Tener la gran oportunidad de caminar y crecer juntos, asumiendo los errores y compartiéndolos, hace que nuestros pequeños aprendan que se puede cambiar, que se puede arriesgar y salir de la comodidad, que se puede mejorar y en cada cambio sentirse más feliz.
LAS CREENCIAS QUE TENEMOS EN LA EDUCACIÓN PUEDEN SER MODIFICADAS. TÚ ERES EL PROTAGONISTA DEL CAMBIO Y EL QUE HAGA QUE ESE CAMBIO SE IRRADIE EN TODA TU FAMILIA.
Si soy capaz de emocionarme por lo que me sucede a mí, seguramente sepa mejor empatizar con el resto de personas cuando se emocionan. Aceptarme y tener compasión de mí, contribuye a tener compasión de los demás.
Mar Sánchez Rodríguez www.marsanchezpsicologa.com